Ecuador, 23 de julio de 2019

Flamenco rojo (Phoenicopterus ruber)

Después de desayunar fuimos por la pasarela que lleva hasta el Centro de Crianza de Tortugas Gigantes "Arnaldo Tupiza Chamaidan" atravesando el humedal principal de Puerto Villamil.
Cigüeñuela cuellinegra (Himantopus mexicanus)

Mangle botón (Conocarpus erectus)

En los extensos manglares del sur de Isabela se encuentran cuatro especies de mangle, arbustos capaces de vivir en los suelos fangosos y temporalmente encharcados de las marismas tropicales. Esta especie y el Mangle blanco (Laguncularia racemosa) pertenecen a la familia Combretaceae, el Mangle rojo (Rhizophora mangle) a Rhizophoraceae y el Mangle negro (Avicennia germinans) a Acanthaceae.
Macho de Pinzón de Darwin de los cactus (Geospiza scandens)


El mismo individuo

Pinzón de Darwin de Española anillado

Manzanillo (Hippomane mancinella) con frutos

Frutos del Manzanillo

Centro de Crianza de Tortugas Gigantes "Arnaldo Tupiza Chamaidan"

Tortugas gigantes

Investigadores y tortugas gigantes

Los mismos protagonistas

Tortuga gigante

Tortuga gigante

Huevos de Tortuga gigante

Hembra de Pinzón de Darwin de los cactus (Geospiza scandens)

Detalle del mismo individuo

Macho de Pinzón de Darwin picogordo (Geospiza magnirostris)

Macho de Pinzón de Darwin picogordo

El mismo individuo

Macho de Pinzón de Darwin picogordo

Hembra de Pinzón de Darwin picogordo

Regresamos por donde vinimos.
Gallineta americana (Gallinula galeata)

Flamenco rojo (Phoenicopterus ruber)

Flamencos rojos

Después de regresar por la pasarela que atraviesa el humedal, comimos en el pueblo y fuimos hasta el embarcadero de Puerto Villamil, donde preguntamos si alguien podía llevarnos hasta las zonas donde se posan los pingüinos.
Lorea, Amaia, Maite y leones marinos de Galápagos en el embarcadero

Lorea, Amaia y Maite en el paseo en barco por la bahía

Tortuga verde (Chelonia mydas)

Adulto de Pingüino de Galápagos (Spheniscus mendiculus)

Especie endémica de las Islas Galápagos con una población de unas 1.200 parejas, el 95% en las islas Isabela y Fernandina.
Juvenil de Pingüino de Galápagos


Juvenil de Pingüino de Galápagos arreglándose el plumaje

Juvenil de Pingüino de Galápagos


Pingüino de Galápagos pescando

Macho de Reinita de manglar (Setophaga petechia subsp. aureola)

Charles Darwin en el año 1842, cuando tenía 33 años, con su primer hijo, Wiliam Erasmus

Como puede comprobarse con la lectura de los siguientes dos párrafos de "El origen de las especies", lo visto en las Islas Galápagos cuando era muy joven es parte fundamental en su teoría de la evolución.

"La misma ley que ha determinado el parentesco entre los habitantes de las islas y los de la tierra firme más próxima, se manifiesta a veces, en menor escala, pero de un modo interesantísimo, dentro de los límites de un mismo archipiélago. Así, cada una de las islas del archipiélago de los Galápagos está ocupada, y el hecho es maravilloso, por muchas especies distintas; pero estas especies están relacionadas entre sí de un modo mucho más estrecho que con los habitantes del continente americano, o con los de cualquier otra parte del mundo. Esto es lo que podía esperarse, pues islas situadas tan cerca unas de otras tenían que recibir casi necesariamente inmigrantes procedentes del mismo lugar de origen, y de unas y otras islas del archipiélago. Pero ¿por qué muchos de los inmigrantes se han modificado diferentemente, aunque sólo en pequeño grado, en islas situadas a la vista unas de otras y que tienen la misma naturaleza geológica, la misma altitud, clima, etc.? Durante mucho tiempo esto me pareció una gran dificultad; pero nace principalmente del error profundamente arraigado de considerar que las condiciones físicas de un país es lo más importante, cuando es indiscutible que la naturaleza de las demás especies con las que cada una tiene que competir es un elemento de éxito por lo menos tan importante, y generalmente muchísimo más importante. Ahora bien, si consideramos las especies que viven en el archipiélago de los Galápagos, y que se encuentran asimismo en otras partes del mundo, vemos que difieren considerablemente en las diversas islas. Esta diferencia pudiera realmente haberse esperado si las islas hubiesen sido pobladas por medios ocasionales de transporte: por ejemplo, una semilla de otra planta a otra isla, aunque todas procediese de la misma fuente general. Por consiguiente, cuando en los tiempos primitivos un emigrante arribó por vez primera a una de las islas, o cuando después se propagó de una a otra, estaría sometido indudablemente a condiciones físicas diferentes en las distintas islas, pues tendría que competir con un conjunto diferente de organismos; una planta, por ejemplo, encontraría el suelo más apropiado para ella ocupado por especies algo diferentes en las diversas islas, y estaría expuesta a los ataques de enemigos algo diferentes. Si entonces varió, la selección natural favorecería probablemente a variedades diferentes islas. Algunas especies, sin embargo, se propagarían, y, no obstante, conservarían los mismos caracteres en todo el grupo de islas, de igual modo que vemos algunas especies que se extienden ampliamente por todo un continente y siguen manteniéndose las mismas.

El hecho realmente sorprendente en este caso del archipiélago de los Galápagos, y en menor grado en algunos casos análogos, es que cada nueva especie, después de haberse formado en una isla cualquiera, no se propagó rápidamente a las demás del archipiélago. Pero las islas, aunque se hallen a la vista unas de otras, están separadas por profundos brazos de mar, en la mayoría de los casos más anchos que en el canal de la Mancha, y no hay ninguna razón para suponer que las islas hayan estado unidas en algún período anterior. Las corrientes marinas son rápidas y barren entre las islas, y las tormentas de viento son extraordinariamente raras; de modo que, de hecho, las islas están mucho más separadas entre sí de lo que aparecen en el mapa. Sin embargo, algunas de las especies -tanto de las que se encuentran en otras partes del mundo como de las que están confinadas en el archipiélago- son comunes a las diversas islas, y de su modo de distribución actual podemos inferir que se han propagado de una isla a las demás. Pero creo que a menudo nos formamos una opinión errónea de la probabilidad de que especies muy afines se invadan mutuamente su territorio, al hallarse en libre intercomunicación. Indudablemente, si una especie tiene cualquier ventaja sobre otra, en brevísimo tiempo la suplantará total o parcialmente; pero si ambas se hallan igualmente adaptadas para sus propias localidades, probablemente conservarán ambas sus puestos separados durante tiempo casi ilimitado. Estando familiarizados con el hecho de que muchas especies, naturalizadas por la mano del hombre, se han propagado con asombrosa rapidez por áreas extensas, nos inclinamos a pensar que la mayor parte de las especies que se naturalizan en nuevos países no son generalmente muy afines de los habitantes, sino formas muy distintas que, en una proporción grande de casos, pertenecen -como ha demostrado Alph. de Candolle- a géneros distintos. En el archipiélago de los Galápagos, incluso muchas aves, aunque están bien adaptadas para volar de isla a isla, difieren en las diversas islas; así, hay tres especies muy afines de sinsonte, cada una de ellas confinada a su propia isla. Ahora bien, supongamos que el sinsonte de la isla de San Cristóbal es arrastrado por el viento isla de Floreana, que tiene su sinsonte propio: ¿por qué habría de conseguir establecerse allí? Seguramente podemos deducir que la isla de Floreana está bien poblada por su propia especie, pues anualmente se ponen más huevos y se empollan más pajarillos de los que posiblemente se puedan criar, y podemos sacar la consecuencia de que el sinsonte peculiar a la isla de Floreana está por lo menos tan bien adaptado a su patria como la especie peculiar a la isla de San Cristóbal. Sir C. Lyell y Mr. Wollaston me han comunicado un hecho notable en relación con este asunto, y es que la isla de Madeira y el islote adyacente de Porto Santo poseen muchas especies distintas, pero representativas, de moluscos terrestres, algunos de los cuales viven en las grietas de las piedras; y a pesar de que anualmente son transportadas grandes cantidades de piedra desde Porto Santo a Madeira, sin embargo, esta última isla no ha llegado a ser colonizada por las especies de Porto Santo; no obstante, ambas islas han sido colonizadas por moluscos terrestres europeos, que indudablemente tenían alguna ventaja sobre las especies indígenas. Por estas consideraciones creo que no hemos de maravillarnos mucho porque las especies endémicas que viven en las diversas islas del archipiélago de los Galápagos no se hayan difundido todas de isla en isla. También en un mismo continente, la ocupación previa ha representado probablemente un papel importante para impedir la mezcla de las especies que viven en distintas regiones que tienen casi las mismas condiciones físicas. Así, los extremos sudeste y sudoeste de Australia tienen casi las mismas condiciones físicas y están unidos por tierra sin solución de continuidad, y sin embargo están habitados por un vasto número de mamíferos, aves y plantas diferentes; lo mismo ocurre, según Mr. Bates, con las mariposas y otros animales que viven en el amplio, abierto y continuo valle del Amazonas."

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